jueves, 15 de enero de 2015

Por el cambio mundial de "La hora del cuento"

"Es el momento más bonito, más relajante, lo disfruto muchísimo, el mejor del día, me encanta ver sus caras a esas horas....". Seamos realistas: contar un cuento, inventado o leído, a las 9 de la noche, después de correr para bañarles, darles la cena, ponerles los pijamas, hacer tu cena, tú a medio duchar, con dolor de cabeza, estrés y hambre no es el momento más relajante que conozco. Si yo me tumbo en sus camas a esa hora, los que tienen que contar el cuento son ellos a mi.  

Por eso pido, a nivel mundial, que se instaure otra hora como "la hora del cuento".




Cuando al día siguiente lo pienso, me siento culpable de no haberles contado otro tipo de cuento más elaborado y de no habérselo contado más largo y de tener aún sin abrir ese libro tan bonito que les trajeron los Reyes Magos, pero a esas horas, no soy persona. 


Ello lo piden desde que son bebés, ya es una rutina interiorizada e instaurada que les encanta pero, o les acuesto a las 7 y repasamos las obras completas de Oliver Jeffers a esa hora o no llego despierta a apoyarme en su almohada. 




Quizá soy yo, porque al padre astronauta sí que le veo entregado, sea la hora que sea en la mini cama, sacando los pies por fuera y en una postura imposible, contando una historia coherente, con personajes protagonistas, antagonistas, corales y escenarios terroríficos..... (Quizá influya que en esta casa vivamos de su imaginación). 




Los sábados, a las 10 de la mañana puede ser buena hora :)

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